En el castillo se podía respirar la tranquilidad, tanta que lograba exasperar mis nervios de modo alarmante por lo cual decidí buscar a alguien más para pasar un rato; quizá, si conversaba un poco mantendría mi equilibrio mental intacto.
Cerré los ojos para concentrarme en los sonidos e identifique pasos en la habitación de Chelsea, sonreí interiormente y me dirigí hacia allá. Al llegar, la puerta se encontraba cerrada por lo que golpee un par de veces por cortesía y sin esperar una respuesta gire la manija empujando la puerta aunque sin adentrarme.
-Chelsea, ¿puedo pasar? –pregunte melodiosamente.